La propia organización del trabajo es algo que trae de cabeza a muchas empresas. Grandes y pequeñas. Las de mayor tamaño porque dirigir y optimizar el trabajo de muchas personas no es fácil. Las de menor tamaño porque a medida que crecen tienen que asumir nuevos retos organizativos.
Además, la búsqueda de mayor productividad nos lleva a adoptar tecnologías y herramientas que están cambiando la forma en que trabajamos, colaboramos y nos comunicamos. A veces, esto puede llevarnos a “perder el Norte”.
Dice Justin Rosenstein – co-fundador de Asana que trabajó para Facebook y Google- que la clave en las ineficiencias en el trabajo está en la falta de claridad. Cuando se dedica el 70-80 % del tiempo a organizar el trabajo – una reunión tras otra, envío continuo de emails…- en lugar de hacer el trabajo de verdad, es señal de que algo falla.
Por ello, propone 3 principios básicos donde la claridad puede ayudar a las empresas a ser más eficientes:
Claridad en los Objetivos
Es muy importante que tengas claro cuáles son tus metas y que todos conozcan lo que quieres alcanzar, esto les ayudará a tomar mejores decisiones. Lo contrario puede llevar a la falta de motivación.
Claridad del Plan
¿Cómo vas a conseguir esos objetivos? Si el resto de stakeholders no conoce el plan que vas a llevar a cabo y cuáles son los pasos a dar, se creará confusión y desorganización. Esto parece de perogrullo, pero a diario nos encontramos con empresas donde, por ejemplo, los comerciales no tienen claros sus objetivos, planes de producción sin planificación…
Claridad de las Responsabilidades
Cada miembro del equipo debe tener claro qué tareas debe llevar a cabo a fin de evitar cosas que a todos nos pasan, como que dos personas estén haciendo lo mismo o que uno por otro la casa quede sin barrer.
Si aplicamos esta lógica claridad, todos sabrán qué están haciendo, cuándo y por qué.