Entre un golpe de suerte y de saber usar las palabras adecuadas, en el momento y el lugar adecuados, llegué a Múnich a trabajar en Trixter, un estudio de animación y efectos especiales de alta calidad que ha trabajado de la mano de Marvel en superproducciones de la talla de Capitán América, Iron Man 3 o Los Vengadores.
La primera vez que entré a Trixter, a esa enorme casa en donde se ubican sus oficinas en Múnich, me sentí desubicada, emocionada, sorprendida… Creo que era la primera vez que veía trabajar a la gente con tanta comodidad, pues era obvio que la selección de cada uno de los artistas (por artistas me refiero a los que participan en la cadena de creación del producto, en el “pipeline”, desde los artistas conceptuales hasta los compositores, todo lo que se refiere a trabajo creativo) había sido minuciosa y la empresa en sí, confiaba en sus capacidades.
Yo trabajo como VFX Coordinator, un nombre súper molón que apenas conocía antes de entrar aquí, pero que fui descubriendo rápidamente con el tiempo. Nuestra función consiste en ser un puente sólido de contacto entre clientes, empresa y artistas, por lo que no se nos puede escapar ninguna información, ni ningún murmullo de algún tímido o introvertido compositor, cuyo mensaje puede ser de gran relevancia para la cadena de trabajo.
En mi día a día y en mi intentar adiestrar a mi cerebro para que no traduzca, sino que asimile el inglés (e incluso a ritmo de cuenta gotas el alemán) con absoluta naturalidad, observo cada movimiento, cada gesto ya automatizado entre colegas para saber cuál es el siguiente “shot” en el que trabajarán, disimulo mi constante excitación cuando veo una nueva secuencia de una película que quizás sea número uno en taquillas meses después. Incluso, he inventado una cara nueva de “esto me parece súper normal” cada vez que bajo a la cocina (que por cierto, está totalmente equipada con vitrocerámica, horno…para que quien quiera, cocine), me paro frente a la máquina de café y elijo el “Irish Cappuccino”.
Supongo que cada persona hace sus comparativas en base a su experiencia y siendo sincera, no había experimentado nunca este trato hacia un empleado. Un trato en el que pequeños detalles como la opción de que puedas cocinar o llevar a tu perro o a tu hijo al trabajo, te hacen sentir parte de un equipo que de alguna manera te valora y te reconoce como algo más que un apellido y una nómina.
Arriesgarte a apostar por un tren cuya ruta te resulta tan desconocida no es fácil, pero el ver como cada día es una evolución personal y profesional lo compensa, eso sí, teniendo clarísimo el por qué estás en donde estás, riéndote de ti mismo y manteniendo siempre una actitud positiva y abierta ante lo que vives, por muy ajeno que te resulte.