Desde hace tiempo, incido en que para vender hay que ser persistente y puntual. Honesto también.
Ser persistente es insistir incansablemente. Ser puntual es ser cumplidor y entregar información/presupuestos/mercancía en el tiempo acordado. Ser honesto es resaltar las cualidades de tu producto sin mentir.
¿Entonces? ¿No parece el de vender un trabajo bastante mecánico? Hacer prospecciones ->preguntar ->ayudar -> presupuestar -> preguntar -> cerrar oportunidades -> medir -> mejorar.
¿Por qué hay vendedores con buenos y con malos resultados? ¿Es una férrea organización lo único que los separa de alcanzar la gloria? Yo creo que ser organizado y tenaz es imprescindible. Pero en esa tenacidad influye mucho cómo de optimista eres. Lo que yo llamo «el miedo al NO«. Al rechazo continuado a tus esfuerzos.
Cuando se quiere hacer una venta, se dice <<el NO ya lo tienes, hay que intentarlo>>. Y «ese NO ya lo tienes» existe realmente. A lo largo de tu devenir profesional te cierran puertas en tus narices todos los días.
Muchas veces no se levanta el teléfono o se escribe un email para hacer seguimiento a una oportunidad de venta porque antes de esa ocasión, ya te han dicho NO unas cuantas veces, y no tanto por desorganización o dejadez. Y hay que apretar los nudillos para aguantar un chaparrón de NOES.
Pues bien, sabiendo lo que pasa por nuestras cabezas en esos momentos, recomiendo dos alternativas para seguir en la senda del optimismo:
-> Creatividad. No llames siempre para contar lo mismo. Por ejemplo: un prospecto que se negaba a atenderme en persona. Le llamé y le dije que iba a estar en su ciudad 3 días por si tenía un hueco. Como no percibió que iba a visitarle exclusivamente, aceptó recibirme. Sólo entonces organicé el viaje.
-> Medir. Es muy importante. Si sabes que uno de cada diez posibles clientes a los que llames te comprará, tendrás más ánimo para hacer las nueve primeras llamadas antes de conseguir esa venta.
¿Cómo gestionáis vosotros este tipo de situaciones?